viernes, 4 de noviembre de 2011

Dicen que la distancia es el olvido.


Dice la copla que la distancia es el olvido. Probablemente la distancia que, pasada la campaña electoral, separa a los ciudadanos de sus representantes propicie la ruptura del romance establecido durante los quince días de ligoteo previos a las elecciones.
Ese distanciamiento que se produce con los electores, se hace también patente entre los gobernantes y sus propias bases, haciendo más difícil aún obtener la credibilidad y confianza que demandan.
Acabamos de entrar en periodo de cortejos. Sin complejos y sin ruborizarse lo más mínimo algunos, preparan sus mejores galas y calientan motores para iniciar una etapa más en su carrera como si de la vuelta ciclista se tratara. Si penosa resulta la campaña por la cantidad de idioteces que se vierten desde todos los bandos, más penoso aún resulta este momento previo, en el que se trata de recuperar el tiempo perdido durante los últimos cuatro años, procurando recomponer un mensaje y rehacer una estructura que se empeñarán en mostrarnos como agrupación cohesionada y feliz.

En política, como en casi todos los órdenes de la vida, uno tiene el valor que le dan los demás y eso hay que ganárselo. El problema, afortunadamente para algunos, es que el baremo para establecer esos valores no está claro ni se aplica uniformemente. Otro gallo cantaría si tuviéramos un poquito de memoria y les recordáramos a los candidatos las promesas incumplidas en anteriores intentos de llevarnos al huerto. O lo abandonados que nos hemos sentido viéndolos venderse a los mejores postores obviando las demandas y peticiones que el pueblo les hacía.

Yo echo en falta a unos candidatos que no nos tomen por tontos, que se dejen de mensajes ambiguos y demagógicos para exponer claramente sus intenciones y también sus limitaciones. Candidatos que una vez en el poder no guarden el programa en el cajón sino que lo mantengan encima de la mesa y en el tablón de anuncios para ir tachando los pasos dados.
Y la jornada de reflexión, que se la ahorren. ¿O es que acaso no hemos tenido tiempo de reflexionar desde las últimas elecciones?
                                                                                


José Manuel Velasco Bueno.

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