jueves, 14 de junio de 2012

Rebaño anestesiado.



Le oía decir el otro día al maestro Pérez Reverte que una de las diferencias del hombre actual y el de antaño radica en que padecemos una anestesia general frente a la analgesia de nuestros mayores.  Entiendo que la diferencia entre ambas situaciones se basa en que la anestesia te limita la capacidad de sentir o de los sentidos, con la consecuente tendencia a la anulación de la actividad defensiva que los estímulos nos producen.  La analgesia sin embargo evita el dolor manteniendo la conciencia acerca de las causas que lo provocan.  Entiendo también que esa anestesia es la mayoría de las veces elegida porque nos da miedo el dolor.

Lo peor, es que ese estado nos hace impermeables a un gran número de barbaridades y partícipes de un entramado “agilipollador” que a la larga tiene consecuencias y nos deja cara de tontos. Y en cierta medida, si no totalmente, contando con nuestro beneplácito consciente o inconsciente. Dice otro habitual de las columnas, aunque en otras parcelas, que a cierta edad, todo el mundo es responsable de su cara. Y creo que no le falta razón. A partir de cierta edad ­–cumplidos los 30 años, según algunos– tenemos, pues, la cara que nos merecemos, la que hemos cultivado a fuerza de muecas y mojines. Y si hiciéramos una foto panorámica seríamos copartícipes de nuestra cara general.

Ese estado letárgico-anestésico es el que nos permite seguir comiendo después de ver en las noticias que otro coleguita se ha cansao de soportar a la Mari y en lugar de irse a por tabaco, le ha endosao tres “puñalás”, teniendo la desdicha de fallar en la que se dirigía a él mismo; o que un niño de cinco años permanece en coma después de que su santa madre se sienta sorprendida de que el ogro con el que se acuesta le hubiera tratado de moldear la carita a palos a la pobre criatura.  Estos pueden ser ejemplos extremos de esa insensibilidad generalizada, dentro de un extenso abanico que nos permite soportar a don Mariano negando el rescate como ZP negaba la crisis, a los que mandan en Andalucía proponiendo recortes cuando no se cansaban, en campaña, de convencernos de lo malos que serían los tijeretazos. Nos permite ¿asumir? que se rescate a los bancos y no a las personas desahuciadas por ellos.

Anestesiados y desorientados por la pérdida de confianza en la palabra - manipulada, traicionada, ocultada, tergiversada - y en los cretinos que nos la pidieron para “Donde dije digo, digo Diego”.

José Manuel Velasco.
@jmvelascob


 Imagen extraida del blog: 

EL PROYECTO MATRIZ